[9.9.1-4]
Ibi diutius subsistere coactus, quia duces socordius adservati profugerant, misit, qui conquirerent alios. Nec repertis pervicit cupido visendi Oceanum adeundique terminos mundi sine regionis peritis flumini ignoto caput suum totque fortissimorum virorum salutem permittere: navigabant ergo omnium, per quae ferebantur, ignari. Quantum inde abesset mare, quae gentes colerent, quam placidum amnis os, quam patiens longarum navium esset, anceps et caeca aestimatio augurabatur: unum erat temeritatis solacium perpetua felicitas. Iam CCCC stadia processerant, cum gubernatores agnoscere ipsos auram maris et haud procul videri sibi Oceanum abesse indicant regi. Laetus ille hortari nauticos coepit, incumberent remis: adesse finem laboris omnibus votis expetitum: iam nihil gloriae deesse, nihil obstare virtuti, sine ullo Martis discrimine, sine sanguine oram terrae ab illis capi: ne naturam quidem longius posse procedere: brevi incognita nisi inmortalibus esse visuros.
Obligado a permanecer allí durante un largo tiempo, porque los guías, que habían sido mal vigilados, se habían escapado, envió a buscar a otros. Al no encontrar a ninguno, lo superó el deseo de visitar el Océano y de llegar hasta los límites del mundo sin guías que conocieran la región y confiar su propia vida y la seguridad de tantos hombres valentísimos a un río desconocido; así, navegaban sin saber nada de los sitios por los que eran llevados. Cuánto faltaba para llegar al mar, qué naciones habitaban en él, cuán tranquila era la desembocadura del río, cuánto soportaría a barcos tan grandes; todo era adivinado por estimaciones dudosas y ciegas; su perpetua buena fortuna era el único consuelo de esta temerosa acción. Ya habían recorrido 400 estadios, cuando los pilotos señalaron al rey que sentían la brisa del mar y que parecían no estar lejos del Océano. Él, lleno de alegría, comenzó a exhortar a los marineros a que se esforzaran con los remos, diciéndoles que el final de sus esfuerzos, tan ardientemente deseado, estaba cerca; ahora no faltaba nada para su gloria, nada se oponía a su valor, sin ninguna decisión de Marte, sin derramamiento de sangre, estaban tomando el límite mismo del mundo; ni la Naturaleza misma podía ir más lejos; pronto verían lo que era desconocido excepto para los inmortales.
Traducción: Guillermo Aprile
Texto latino tomado de la edición de Hedicke (1908). Traducción hecha a partir del texto latino de Hedicke (1908) consultando las traducciones al inglés de Rolfe (1946) y al italiano de Giacone (1977).
Referencias bibliográficas
Hedicke, E. Quintus Curtius Rufus. Historiarum Alexandri Magni Macedonis libri qui supersunt. in aedibus B.G. Teubneri. Lipsiae. 1908. [Online]
Giacone, A. Storie di Alessandro Magno di Quinto Curzio Rufo. Unione Tipografico-Editrice Torinese. Torino. 1977.
Rolfe, J. C. Quintus Curtius with an English translation. William Heineman-Cambridge University Press. London-Cambridge, Massachusetts. 1946