Floro

Floro y el Epítome de Tito Livio

 

Isabel Moreno Ferrero

 

Muy pocos son los datos concretos que se tienen de este autor. Ni siquiera el nomen y el praenomen que se le atribuyen (Lucio Aneo), que lo vinculan tradicionalmente con la familia de los Séneca, son seguros. Lo único que podría afirmarse con relativa precisión es que su breve obra parece haber sido compuesta en los últimos años de primera mitad del siglo II d.C., aunque en los últimos años este postulado ha sido puesto en cuestión nuevamente.

Si bien su texto es conocido con el nombre de Epitome de Tito Livio no se trata expresamente de un resumen de la obra de Livio, aunque esta sea una de sus principales fuentes. La habilidad de Floro radica en utilizar este material para ponerlo al servicio de una nueva estructura, tan retórica y compleja como novedosa. Según el proemio, el objetivo del Epitome es referir de manera panorámica la historia de Roma en los setecientos años transcurridos desde Rómulo hasta la llegada al poder de Augusto; siete siglos de guerras externas y conflictos internos bajo la égida antitética de la virtus y de la fortuna. Este largo período se encuadra en cuatro edades, semejantes a las del hombre: la infancia es la época monárquica; la adolescencia, el período de la conquista de Italia; la gloriosa juventud la conforman la conquista del Mediterráneo (guerras púnicas, macedónicas, etc.) y las dificultades internas que parten de las reformas de los Gracos; la última edad no es narrada, si bien el autor señala que han transcurrido doscientos años desde Augusto hasta su tiempo (in saeculum nostrum) en que, bajo Trajano, «la senectud del Imperio comenzó a reverdecer de nuevo como si se le hubiese devuelto la juventud» (senectus imperii quasi reddita iuventute revirescit).

Este prólogo, que ha planteado bastantes problemas, causó también complicaciones a la hora de entender la configuración de la obra. Los manuscritos tradicionales, siguiendo la distribución de algún copista seguramente influido por la teoría de las edades, dividían la obra en cuatro libros, pero el descubrimiento del Bambergensis ofreció una nueva división —considerada la original— en dos libros, que subrayan la antítesis entre guerras exteriores e interiores. A partir de las reformas de los Graco, se concede una relevancia cada vez mayor a los conflictos internos, que terminan por predominar sobre los externos.

Floro es un excelente ejemplo de una concepción historiográfica retórica en la que lo esencial no es el tratamiento riguroso de un tema, sino la recreación literaria de una materia conocida por el público. El interés, entonces, pasa a centrarse en la peculiar visión que el autor da de esta temática. La obra presenta varias imprecisiones y errores históricos, no pocos de los cuales se deben a su peculiar organización narrativa, además de numerosas lagunas y una notable desatención en analizar las causas y consecuencias de los procesos. Con todo, Floro ofrece a sus lectores un panorama tan original y sugestivo que los obliga a prestar atención a un tema ya extensamente narrado por Livio muchos años antes.

La obra, además del doble motivo de las guerras exteriores (que permiten la ascensión de Roma de pequeña urbe a conquistadora del Mediterráneo) y los conflictos interiores (potenciados por el crecimiento político y económico traído por las conquistas), presenta muchos otros temas. Entre ellos, se destacan la antítesis entre la virtus de los primeros tiempos de Roma y la fortuna de las últimas guerras civiles, especialmente en el período del dominio de Pompeyo, César, Antonio y Augusto; el tópico de la libertas populi Romani con el que se justifica el progresivo dominio de Italia; o el bosquejo biográfico a través del cual se ligan procesos tan importantes como la conquista de Asia, lograda gracias al «valor» de Lúculo, la «felicidad» de Sila y la «grandeza» de Pompeyo. La pericia de Floro se advierte no tanto en el manejo de los recursos estilísticos, reiterativos y a veces monótonos, sino en el impresionismo de sus descripciones, en su destreza por resaltar elementos físicos y sensoriales de los paisajes descritos, etc. Por concepción e ideología, la obra de Floro es un panegírico de Roma, atemperado por el propio juicio de la perspectiva histórica, por ciertas reflexiones tópicas y por algunos desastres —la batalla de Carras, bajo el mando del triunviro Craso o  la de Teutoburgo, comandada por P. Quintilio Varo— que deplora en medio de la recreación retórica.

[Extraído de Moreno Ferrero (1997)]

 

 

 Referencias bibliográficas

Moreno Ferrero, I.  «Floro». En Codoñer, C. (Ed.) Historia de la literatura latina. Cátedra. Madrid. 1997. pp. 637-624.

Jal, P. Florus. Oeuvres. Texte établi et traduit par Paul Jal. Tome I et tome II. Les Belles Lettres. Paris. 1967. Digital edition by the digilibLT group – Università degli Studi del Piemonte Orientale.

Flori Epitoma de Tito Livio

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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