El investigador principal de FELHIS, Juan Antonio González Iglesias, ha publicado un artículo en el último número (894, junio 2021) de Insula: revista de letras y ciencias humanas.
La lectura en el mundo clásico era a menudo lo mismo que es hoy: un refugio frente a las mil adversidades de la vida. Ovidio celebra la sencilla felicidad doméstica de leer, aumentada en comparación con las incomodidades peligrosas de los viajes. En sus Amores (2, 11, 31-32) leer aparece como un placer seguro —en los dos sentidos: garantizado y exento de riesgos—. Nos presenta el bienestar del que, tendido en la cama, lee sus libros (legisse libellos, “libritos”, otro diminutivo en el que cabe todo el afecto del mundo) toca la lira. Probablemente la lectura y la música tuvieran lugar en la cama, incluso simultáneamente, en una suma de placeres elementales que han cambiado muy poco. Es probable que ahora todo eso quepa en un teléfono móvil, pero lo esencial, como corresponde a lo clásico, se mantiene en las actitudes humanas genuinas: “Más seguro / es calentar tu lecho, leer tus libros, /pulsar la lira tracia con tus dedos”.